Miles de usuarios se conectan a las redes de las organizaciones desde diferentes ubicaciones geográficas y muchos tipos de endpoints, y todos ellos acceden a diferentes tipos de aplicaciones. Como resultado neto se crea un exceso de registros y alertas de los que se tienen que ocupar los centros de operaciones de seguridad (SOC) y los administradores de la red. Los equipos de seguridad no cuentan con los recursos adecuados para acelerar la clasificación de estas alertas; tampoco tienen el contexto suficiente de estas alertas para asegurar que se tomen las medidas adecuadas. Además, las medidas de reparación son en su mayor parte manuales, lo que da lugar a la demora en la adopción de medidas (o a la no adopción de medidas en absoluto) y coloca a la organización en situación de riesgo.